Columna de Opinión

Humildad y confianza

Daniel Solis Igor

Rector, Centro de Formación Técnica región Antofagasta

Las pasadas elecciones de las principales autoridades regionales nos dejó imágenes memorables: reñidos recuentos de votos, triunfos épicos, muy holgados unos, milimétricos otros y derrotas asumidas con total nobleza por parte de quienes entienden que pueden tener otra oportunidad de presentar sus propuestas para la construcción de una mejor sociedad. Todo en un entorno muy calmado y sin el ambiente de “fiesta republicana” que rodeó los anteriores comicios.

 

Pero hay una postal que a nadie dejó indiferente referida a la baja participación ciudadana la que rozó apenas el 20% a nivel nacional. El hecho de que 1 de cada 5 chilenos haya votado para la elección de la principal autoridad de cada región del país, sin lugar a duda será material para sesudos análisis políticos que intentarán explicar si el cambio del voto obligatorio a voluntario (con la consecuente inscripción automática) fue o no un error que terminó afectando al sistema o alguna otra razón que justifique esta gran abstención. Recordemos que entre los atributos de la Democracia están, por un lado la participación ciudadana, la representatividad y la legitimidad, aspectos que quedan en entredicho a la luz de los números y obligan a repensar la forma en que llevaremos este acto en el futuro.

 

Fatiga electoral, anuncios de cuarentenas y desinterés general también aparecen como plausibles argumentos, a los que podríamos agregar una falta de confianza generalizada que se radica especialmente en los segmentos más jóvenes. Y esta desconfianza es transversal a muchos ámbitos o roza distintas instituciones y personas, en una espiral que parece no detenerse y que por el contrario tiende a crecer cada vez más. ¿Qué se puede hacer para construir confianzas y relaciones deterioradas? ¿Cómo construir cercanía entre los actores sociales que permita afianzar relaciones duraderas dejando de lado toda forma de aprensión y suspicacia?

 

Yo creo sinceramente en el Valor de la Humildad como una cualidad clave en las relaciones personales y la convivencia en sociedad para la construcción de lazos estables y pacíficos y donde el respeto a la dignidad y al valor del otro sea el elemento central. Esa humildad que impulsa como un hecho natural, a reconocer los errores (tan propios de la naturaleza humana), a pedir perdón por ellos y a generar cambios notables en nuestro actuar. Que impulsa a ser comprensivos y pacientes con el otro, reconociendo las legítimas diferencias y centrándose en los puntos de coincidencia. Una sociedad humilde perdona, acoge y genera confianza, haciendo que nos podamos expresar libremente y sin problemas, sacrificar algunas horas de un domingo cualquiera para hacer una pequeña raya con un lápiz, en un papel que representa mi derecho a construir un mundo mejor.

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