La Universidades fueron creadas por monjes cristianos durante el período conocido como Baja Edad Media en el lejano siglo XI sucediendo a las escuelas catedralicias y monásticas, enfocadas preferentemente a la enseñanza del Derecho, la Medicina y la Teología. La parte inicial de su proceso de enseñanza eran las artes preparatorias o liberales donde se buscaba alejar al estudiante de los oficios manuales, artesanos y mecánicos, para acercarlos a la práctica de actividades mentales o espirituales como la gramática, geometría astronomía o música.
Las universidades nacen como centros dedicados a la formación y estudios específicos, investigación y producción del saber, lugares donde la reflexión, el debate y la generación de conocimiento conjunto era parte de su esencia. De allí en adelante, su papel como generadoras de una gran transformación cultural que impactó a toda la sociedad, es innegable.
Con el correr del tiempo y las necesidades propias de los sistemas y modelos de producción, el trabajo de las universidades se ha visto complementado con el surgimiento de instituciones que no apuntan necesariamente a la investigación sino centran su quehacer en el dominio y enseñanza de la tecnología (techné logos), es decir, el estudio y dominio de un arte, oficio o de una técnica específica.
Cualquiera sea el caso presente en la sociedad, en ambos casos hablamos de centros de conocimiento y saber, de ciencia y tecnología con una importante tradición histórica, origen de grandes revoluciones intelectuales, culturales y productivas que han impactado modelos de gestión política, social y económica en el mundo entero.
Hoy conviven estos modelos de organización educativa, con fines diferentes y orientadas a objetivos puntuales que los hacen distintos, pero absolutamente complementarios, cuestión que a veces no es bien entendida ni reconocida considerando que vivimos aun inmersos en un paradigma universitario y de falta de compresión respecto de una forma de enseñanza técnica y práctica, contextualizada y que certifica competencias.
La formación técnica es un imperativo para nuestra sociedad de hoy, pues aporta a la formación específica en áreas claves, de manera flexible y modular, en períodos de tiempo mas acotados y apuntando a la vocación de quien elige una disciplina técnica para desplegar su esfuerzo de trabajo futuro. La formación Técnico Profesional es la oportunidad que tienen hoy cientos de jóvenes para formarse y adquirir una especialización contribuyendo a la mejora de su calidad de vida, la del entorno en que se desarrolla y, decididamente, contribuyendo al desarrollo del territorio, del país