Columna de Opinión

La universitat y el techné

Daniel Solis Igor

Rector, Centro de Formación Técnica región Antofagasta

La Universidades fueron creadas por monjes cristianos durante el período conocido como Baja Edad Media en el lejano siglo XI sucediendo a las escuelas catedralicias y monásticas, enfocadas preferentemente a la enseñanza del Derecho, la Medicina y la Teología. La parte inicial de su proceso de enseñanza eran las artes preparatorias o liberales donde se buscaba alejar al estudiante de los oficios manuales, artesanos y mecánicos, para acercarlos a la práctica de actividades mentales o espirituales como la gramática, geometría astronomía o música.

Las universidades nacen como centros dedicados a la formación y estudios específicos, investigación y producción del saber, lugares donde la reflexión, el debate y la generación de conocimiento conjunto era parte de su esencia. De allí en adelante, su papel como generadoras de una gran transformación cultural que impactó a toda la sociedad, es innegable.

 

Con el correr del tiempo y las necesidades propias de los sistemas y modelos de producción, el trabajo de las universidades se ha visto complementado con el surgimiento de instituciones que no apuntan necesariamente a la investigación sino centran su quehacer en el dominio y enseñanza de la tecnología (techné logos), es decir, el estudio y dominio de un arte, oficio o de una técnica específica.

Cualquiera sea el caso presente en la sociedad, en ambos casos hablamos de centros de conocimiento y saber, de ciencia y tecnología con una importante tradición histórica, origen de grandes revoluciones intelectuales, culturales y productivas que han impactado modelos de gestión política, social y económica en el mundo entero.

 

Hoy conviven estos modelos de organización educativa, con fines diferentes y orientadas a objetivos puntuales que los hacen distintos, pero absolutamente complementarios, cuestión que a veces no es bien entendida ni reconocida considerando que vivimos aun inmersos en un paradigma universitario y de falta de compresión respecto de una forma de enseñanza técnica y práctica, contextualizada y que certifica competencias.

 

La formación técnica es un imperativo para nuestra sociedad de hoy, pues aporta a la formación específica en áreas claves, de manera flexible y modular, en períodos de tiempo mas acotados y apuntando a la vocación de quien elige una disciplina técnica para desplegar su esfuerzo de trabajo futuro. La formación Técnico Profesional es la oportunidad que tienen hoy cientos de jóvenes para formarse y adquirir una especialización contribuyendo a la mejora de su calidad de vida, la del entorno en que se desarrolla y, decididamente, contribuyendo al desarrollo del territorio, del país

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