Columna de Opinión

Sobre tiempos recios

Daniel Solis Igor

Rector, Centro de Formación Técnica región Antofagasta

Estamos a horas de finalizar uno de los años de nuestra historia reciente que será recordado por varios hitos que marcaron y definirán buena parte de nuestra historia y convivencia futura, donde sucedieron cuestiones que impactarán a las próximas generaciones, herederas de las decisiones que como colectivo social hemos tomado en estos tiempos recientes, extraños, convulsos, recios.

 

Desde la ya familiar pandemia que ha afectado nuestra convivencia, desplazamientos, aforos y abrazos, pasando por las tecnologías de todo tipo que han invadido nuestro día a día cambiando y dinamizando las relaciones provocando que el 4.0 se nos acerque y nos comience a respirar en la espalda, siguiendo por la serie de decisiones políticas en orden a elegir a nuestros representantes en las distintas dimensiones en que el Estado extiende sus brazos y dominios, este tiempo ha significado recorrer ciertos caminos que parecían obstruidos o derechamente cerrados por vallas sociales o culturales, con sus grandes luces de advertencia encendidas y ululantes por años.

 

Lo cierto es que estamos frente a una nueva época en varios sentidos, lo que supone grandes desafíos para los que no estoy seguro si existen las condiciones y capacidades instaladas para enfrentarlos y superarlos con éxito. Esta reflexión no es producto de una posición política, social o cultural específica, que legítimamente podemos tener y defender con argumentos mas o menos sólidos dependiendo de nuestro interlocutor. Nada de eso, solo es producto de la observación y seguimiento de los fenómenos políticos, económicos y sociales de estos pasados años.

En educación decimos que tanto las condiciones como las capacidades se pueden desarrollar y esta es una buena noticia para todos. Las primeras creando un “ambiente” que facilite los procesos donde la comunicación, la confianza, no temer al fracaso y la resiliencia son aspectos clave que el maestro debe promover entre quienes desean y necesitan aprender. Las capacidades se forman con estudio, con metodología y disciplina que permitan moldear el espíritu y el intelecto haciendo que tanto el aprendizaje como el desaprendizaje sean las dos caras de una misma moneda: la de una persona que madura en su proceso, adquiere nuevas competencias y se enfrena a los desafíos en la convicción de superarlos y volver a nutrir su aprendizaje producto de esa experiencia.

 

Es lo que muchos esperamos del tiempo que viene: que primen condiciones de entendimiento, de acuerdos y la cordura se siente a la cabecera de la mesa y donde la pretendida superioridad moral o intelectual que algunos exaltados enarbolaron en el pasado, solo sea una triste anécdota de estos “tiempos recios”.

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